Durante
la segunda guerra mundial, el ejército Aleman hizo una gran variedad de
experimentos biológicos en seres humanos. La intención de estos era el
objetivo de la creación de un tiupo de supersoldado, el cual viviría más
de mil años y sería más fuerte que cien hombres adultos.
Estos experimentos eran muy crueles y normalmente sometidos a niños.
Uno de los experimentos que realizaron fue un experimento de heridas en la cabeza:
En el verano de 1942, en Baranivichi (actual Bielorrusia), se realizaron experimentos en un pequeño edificio detrás de la casa ocupada por el oficial nazi del Sicherehitsdienst Dr. Wichtmann. En uno de ellos, «un niño de once o doce años fue atado a una silla para que no pudiera moverse. Sobre él, fue suspendido un martillo mecánico que cada pocos segundos caía sobre su cabeza»
Otro también fue un experimentos con trasplantes:
Desde septiembre de 1942 hasta diciembre de 1943, llevaron a cabo experimentos en el campo de concentrtación de Ravensbruck para estudiar la regeneración de huesos, músculos y nervios, como el transplante de huesos. Secciones de huesos, músculos y nervios fueron extraídos sin anestesia. Como resultado, muchas víctimas sufrieron intensa agonía, mutilación o discapacidad permanente.
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